El Puentón o Puente Romano es el monumento más representativo por antonomasia de Cangas de Onís. Su fábrica actual data de la Baja Edad Media, pero puede hablarse de orígenes romanos, tal como indican los gruesos contrafuertes y los agudos tajamares.
El pretil, con camino empedrado, es el mirador sobre el Sella y arriesgado trampolín, junto a los contrafuertes, de bañistas veraniegos, ya que el puente salva una poza aprovechada por los cangueses para darse chapuzones.
Del arco central pende una réplica en madera de la Cruz de la Victoria.
El Puente Viejo o Puente Romano es un airoso puente alomado de gran arco central, ojivado, de amplia luz, que salva casi él solo el cauce del río.
Tiene grandes contrafuertes apoyados en afloramientos rocosos, que le dan estabilidad, y agudos tajamares. También apuntados son los arcos laterales, dos a cada lado, y cuenta igualmente con otros pequeños arcos de alivio sobre los contrafuertes y tajamares. El puente dispone de un pretil pétreo y su piso está empedrado con cantos.
Por su tipología es obra del siglo XIV o XV, pero posiblemente sustituya a otro anterior de factura romana.
El puente ha tenido gran valor estratégico y comercial para la ciudad de Cangas, ya que hasta el siglo XIX era el único de piedra que salvaba el caudaloso Sella, lo que convertía este pasaje en fundamental para la comunicación entre Asturias y Cantabria y para el tráfico de mercancías.