El Cenador del Convento

Ángel Fernández, al mando de la cocina, es uno de los últimos reductos de la gran tradición del guiso de la gastronomía asturiana. Son míticos, en la Villa de Llanes, algunas de sus elaboraciones, como el salpicón de mariscos o el arroz con bogavante; los lomos de merluza a la sidra o la lubina al horno a la antigua; los escalopines de solomillo de ternera asturiana al Tío Pepe o el pitu de caleya guisado en tartera como antes. En los postres, es inevitable un arroz con leche de los de verdad y un buen número de tartas caseras: almendra, manzana, turrón...